sábado, 24 de marzo de 2012

Finales estrella vs finales estrellados




El final de un libro o película puede arruinar o ensalzar por completo el resto de la trama. Hasta ahora no era consciente de ello, pero es curioso sentir, después de un proceso de fascinación creciente por una obra, como el maravilloso y etéreo palacio de cristal que tu mente estaba creando según se desarrollaba, con especiales ornamentaciones en algunas de las estancias que sabías que tendrían una repercusión psicológica en tu futuro como persona, se hace añicos con las escenas finales que suponen y siguen al clímax.
Tal fue el caso del “Ladrón de Orquídeas”, una película dirigida por Spike Jonze y protagonizada por Nicolas Cage, que me hizo repetir para mis adentros una y otra vez cuán brillante el guión era, hasta que durante en los últimos 15 minutos dejó de manifiesto que para que una película tenga un clímax convencional y carente de sentido que es como un remiendo de diferente estampado sobre una prenda carísima, es mejor que no lo tenga. Al fin y al cabo, el pico de máxima intensidad de un argumento cinematográfico no es más que una convención social, omitible, pues se podrían hacer perfectas obras de arte completamente lineales. Me da igual que muchos críticos consideren el final de dicha película la culminación metafórica de una obra maestra: yo solamente veo una serie de catastróficas desdichas puestas sin venir a cuento para que el grosso de espectadores sientan que las casi dos horas de metraje son algo más que una snobada propia del cine independiente.
Sin embargo, cuando ocurre el caso contrario, el desenlace de la película es como un rayo de luz en medio de la oscuridad, que lo ilumina todo y te ayuda a apreciar la belleza en la que hasta ahora no habías reparado porque tus ojos todavía no disponían de ese elemento fundamental para captarla. Hace unas semanas, zappeando con el mando durante una noche de sábado, llegué por bienaventurada casualidad a un canal en la que acababa de comenzar la película “Expiación”. No tenía ningún tipo de referencia sobre ella, y la dejé, más por falta de opciones que por otra cosa. No me gusta Keria Knightley. Su gesto contraído constantemente, como de tensión rayana a la mala leche, y su escuálida delgadez que es de todo menos favorecedora, me disgusta en muchos sentidos. Pero no tiene malas películas, así que hice un esfuerzo. La película tenía una fotografía espléndida, una banda sonora que no pasaba desapercibida y una calidad que era evidente. Pero no me entusiasmó.
Hasta que llegaron los últimos 10 minutos de película. Fue en ese momento en el que se me reveló con brutalidad que estaba frente a una de esas raras obras cinematográficas de alto nivel que han llegado durante la pasada década a las pantallas. Basada en una novela de Ian McEwan que aún no he tenido el placer de leer, la película, que a juzgar por su coherente contundencia ha resultado ser una gran adaptación, me conmovió hasta el fondo de mi ser, quizá por esa vocación de escritora que comparto con su protagonista y la manera similar que tengo de ver muchas de las historias que imagino. Me hizo reflexionar, me mantuvo pensando en las posibles consecuencias que pueden tener nuestros egoístas e ignorantes actos durante el resto de la noche. Sin lugar a dudas cambió algún pequeño rinconcito de mi mente, donde un puñado de neuronas comenzaron a crear nuevas conexiones frenéticamente.
Y esa debe ser la finalidad de toda obra. No solo entretener, sino también formar a las personas. Da igual que sea una comedia, o te deje el regusto amargo de un drama. Una película (o libro) que no deja huella, que se te olvida en cuanto la has acabado, no tiene mayores repercusiones sobre tu vida. Sin embargo, aquellas obras que te acercan a situaciones que nunca vivirás (a veces por suerte) y te permiten formar una opinión sobre un tema, valorarlo por primera vez o inspirarte,… Esas ¡esas! son por las que merece la pena seguir consumiendo la producción de las mentes creativas de nuestro mundo.
Joe Wright (dirección) y Christopher Hampton (guión adaptado) han conseguido colocar esta película en mi estantería virtual de las que merece la pena volver a ver de vez en cuando.
Pd: Intentaré aumentar la frecuencia del post por año!!